domingo, 24 de mayo de 2015

Creatividad: activar nuestra agudeza sensorial (olor, tacto y gusto)

"Había una vez una mujer que carecía de vista y de oído. A pesar de ello, se convirtió en un genio sensorial.  Las casas eran para ella "capas de vida aromatizadas por sus historias."  Reconocía una antigua casa de campo porque "tenía varias capas de olores que habían dejado sus sucesivas familias, plantas, perfumes y tapicerías."  Esa mujer era Helen Keller.  Ella tejía los filamentos de los sentidos que le quedaban hasta convertirlos en una red capaz de capturar el mundo y a sus criaturas... En algunos aspectos, de pequeños, todos somos como Helen Keller.  Pero más tarde nuestros sentidos han sido cerrados.  Se nos ha enseñado a valorar los conceptos, las abstracciones, por encima de la fecundidad del conocimiento sensorial directo...Si volvemos a enfocarnos en desarrollar nuestra agudeza sensorial, activaremos nuestra capacidad de pensar, sentir y entender las cosas de múltiples formas.  Enriqueceremos nuestros conceptos y tenderemos senderos nuevos para apreciar el mundo a nuestro alrededor y dentro de nosotros.
La gente más consistentemente creativa ha dedicado mucho tiempo y meditación a desarrollar sus sentidos interiores.  La antropóloga Margaret Mead es un claro ejemplo de ello. En una ocasión describió el proceso que utilizó para escribir un discurso sobre los usos humanitarios de la ciencia. Comenzó visualizando una exposición de arte a la que había asistido en Copenhague, en la que el cuerpo humano recibía un tratamiento grotesco.  Ello le recordó los estudios científicos que había leído, que reducían la condición humana a gráficos y estadísticas.  Luego imaginó a su público de científicos y los vio cerrados al arte y la música, los ojos velados, los oídos tapados.  De pronto se sintió llena con los crecientes sonidos de Beethoven y se encontró contemplando las gloriosas figuras del techo de la Capilla Sixtina.  Por último, recordó la cara de un amigo de Nueva Guinea, "primitivo" en 1928, un sofisticado intelectual en 1953.  Unas imágenes se unieron a otras, las palabras empezaron a fluir y así desarrolló un discurso poderoso y complejo.  Si una exigente científica como Margaret Mead pudo usar su imaginería y recuerdos interiores para estimular el pensamiento creativo, sin duda nosotros podemos entrenarnos para hacer lo mismo".

El recuerdo de las cosas que nos han deleitado puede activar nuestra agudeza sensorial.  Es una manera de reforzar los "músculos" de nuestros sentidos.  En las manos hay recuerdos de cosas que hemos tocado y que nos han tocado.  Porque tocar no es solo un acto físico, también involucra ideas y sentimientos. Cada cosa que percibimos por los sentidos es asimismo una sensibilidad, y nuestros corazones también pueden ser tocados por nuestras manos.  Las manos nos sacan del útero y nos llevan a la tumba.  Los bebés necesitan del tacto y de ser sostenidos para crecer y desarrollarse. También de adultos nuestra capacidad se ve incrementada por un aumento del sentido del tacto. Si lo desarrollamos, ganaremos sensibilidad a las "texturas" emocionales de la vida.  (Podemos, por ejemplo usar palabras de tacto para describir interacciones con otras personas: áspero, duro, afilado, etc., --y sobre cómo podemos hacer para mejorarlas--, mejor si lo hacemos mientras modelamos arcilla u otro material, los conceptos quedarán anclados a las sensaciones).  La práctica habitual forja conexiones (neuronales) entre nuestras capacidades estéticas y nuestros receptores de tacto.  Cuando observéis cosas que os agraden, cosas bellas, intentad describirlas con palabras; estas ayudan a anclar vuestras sensaciones y las estimulan.  Y ayudan a que las cosas buenas de la vida queden más grabadas en nuestra memoria.

Del tacto pasemos ahora al gusto.  Los alimentos, en última instancia, nos los envía el sol, es su interminable regalo.  Leed los alimentos que ofrece no solo como un menú, sino como un festín para los sentidos, para alimentar y desarrollar la imaginación.  ¿Qué plato preparamos cuando sentimos ganas de celebrar algo?  ¿Qué exquisitez nos aporta bienestar cuando nos sentimos tristes? ¿Qué platos nos hacen recordar de nuestra  niñez o de las diferentes experiencias de vuestra vida?  Un paladar potenciado es una de las claves de una vida que saborea los variados gozos de vivir...Un saboreador es un creador, un artista sentado a la mesa del festín de la vida.  El escritor francés Marcel Proust se inspiró en una magdalena para escribir En busca del tiempo perdido.  Un sabor salido de su infancia le provocó un torrente de recuerdos que culminaron en una obra maestra.  También para nosotros las comidas están ligadas a la memoria.  Los diversos sabores de nuestras vidas tienen historias unidas a las emociones.
...Convertíos en degustadores multiculturales y descubriréis que vuestra mente y pensamiento también se amplificarán.  Reunid de vez en cuando a vuestros amigos para preparar una comida en torno a un tema: el amor, la sencillez, el éxtasis, el despertar, la elegancia...¡Comprobad qué milagros acontecen!

Extractos del libro: Si quieres es posible, de Jean Houston, 1998 Editorial Edaf, S.A.

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